¿Cuáles son los retos diarios a los que te enfrentes diariamente con tus hijos o alumnos?
- Actitudes desafiantes, sentirnos retados
- Conflictos por volver a casa
- Conflictos por los deberes
- Discusiones por la comida
- Discusiones por la ducha
- Discusiones por recoger juguetes, habitación…
- Gritos, lloriqueos
- No escuchar
- Pantalla, móvil, Play Station
- Peleas con otros niños
- Peleas entre hermanos
- Prisas por la mañana
- Problemas para dormir
- Rabietas
Imagínate, que han pasado 25 años, y que llaman a tú puerta, y es tu hijo, ¿cómo te gustaría que fuera? ¿qué habilidades te gustaría que tuviera?
Te gustaría que fuera:
Amable, asertivo, autodisciplinado, autónomo, con buen juicio, compasivo, que tuviera confianza en sí mismo, cooperador, divertido, con sentido del humor, empático, entusiasta, positivo, honesto, humilde….
¿Cómo estás gestionando estos retos diarios? ¿Qué estás haciendo con ellos?
Quizás emplees la comunicación, o el diálogo, quizás hay días, que tras jornadas de trabajo agotadoras, empleamos otros métodos, como chantajes, amenazas… el problema de esto es que a corto plazo puede funcionar pero no a largo plazo.
Deberíamos emplear estos retos como aprendizaje, como por ejemplo buscar acuerdos… si hemos pactado leer un cuento para irse a la cama, que sea un cuento y no tres, si hemos dialogado que sólo pueden pantallas una hora después de los deberes, que sea una hora.
Aquí corremos el riesgo de ser extremadamente firmes o amables, y tendremos que bailar con ambos aspectos, pues ser demasiado firmes nos puede llevar a la rebelión, a no sentirse queridos, a tener un mal clima… y al final no nos soportaremos a nosotros mismos. Por otro lado si sólo empleamos la amabilidad nos puede llevar a educar hijos consentidos, que se creen con derecho a todo, egoístas y no los estaremos preparando para las adversidades, y probablemente acabaremos no soportándolos.
En nuestra mano está bailar con ambos aspectos. Para nuestros hijos somos espejos donde se ven reflejados, así que tendremos que ser congruentes y si cometemos errores, olvidarnos de las culpas y aprender de ellos, poniendo el foco en nosotros mismos, podremos educar mejor a nuestros hijos.
Te animo a que imagines cómo quieres que sea tú hijo dentro de 25 años.
Me encantaría leer tus comentarios.